La arquitectura debe hacer
frente a los problemas de superpoblación y aglomeración en las grandes ciudades.
En el CIAM X (1956), los Team X introducen conceptos que permitan a la
arquitectura reflejar la diversidad de los modelos sociales y culturales, para lo
que fue necesario poner en crisis definitiva los planteamientos simplificadores
de la Carta de Atenas (1928) y descubrir la complejidad de la vida urbana. La
Carta del Hábitat pretendía dar un vuelco frente a la ciudad racional, una
ciudad que tenía que incorporar la diversidad, la transformación, que aceptase
el cambio y el dinamismo, imitando el método experimental y empírico del
científico, acercándose al mundo de la ciencia, la tecnología y la producción.
Estos edificios resuelven el
problema mediante un sistema de agregación modular que dota a las viviendas de
la privacidad y el espacio verde propios de las unifamiliares, y las integra en
un edificio de disposición abierta que comunica directamente con el medio
exterior, al tiempo que facilita la relación entre los residentes en los
espacios comunes.
CIUDAD BLANCA
La Ciudad Blanca es obra de Francisco
Javier Sáenz de Oiza, está ubicada en la bahía de Alcudia (Mallorca) y fue
construida entre 1961 y 1963.
Desde el inicio de su carrera,
Oiza se centró en la investigación de los módulos de vivienda social. El bloque
de apartamentos que proyecta se articula mediante la organización de piezas
cuya disposición se basa en leyes modulares, según los planos fundamentales,
por medio de mecanismos de yuxtaposición, superposición y deslizamiento. Es una
edificación de cuatro alturas, compuesto por veinticinco módulos de cuatro
apartamentos cada uno. Todos los módulos son iguales y se orientan en dirección
Noroeste-Sureste, que coincide con las mejores vistas de la bahía.
Los módulos se deslizan entre
sí, adoptando una silueta serpenteante sobre el plano horizontal, y también se
desplazan en altura formando una sección escalonada. Este trazado discontinuo y
ondulante consigue un distanciamiento de las viviendas que les dota de mayor
intimidad, logrando lo que parece un conjunto de viviendas unifamiliares. Los
apartamentos de la planta baja tienen acceso independiente desde el jardín
circundante. En la planta primera se dispone una galería abierta, a modo de
calle exterior elevada, configurada por el escalonamiento del terreno, que
comunica todos los apartamentos. A este corredor se accede directamente desde
el jardín, mediante dos grandes escaleras de hormigón para todo el conjunto.
Desde el corredor se accede a los apartamentos en planta primera y de él
arrancan las escaleras de caracol que dan acceso a las otras plantas. Todos los
apartamentos disponen de terraza.
HABITAT 67
Habitat
67 es un conjunto de viviendas que conforman una comunidad modelo
ubicada en Montreal (Canadá). Construido como un pabellón para la Exposición Universal de 1967, fue diseñado por Moshe Safdie como un nuevo modelo de
arquitectura para las altas densidades, buscando mejorar la calidad de vida y la integración social, creando un ambiente salubre y
digno. Es un ejemplo de arquitectura de alta densidad con un modelo de
producción en masa, a través de módulos prefabricados en hormigón armado de iguales
dimensiones. Estos módulos y su utilización múltiple logran la adaptación de
este modelo a cualquier sitio, independientemente de las condiciones
específicas, y además permiten diversas tipologías de pisos, de diferentes
tamaños.
Como concepto es un sistema subdividido en 3
partes:
• Estructura tridimensional urbana;
• Técnica de construcción específica (premoldeado
y construcción en masa);
• Adaptación del método a las condicionantes
locales.
Habitat
67 comprende 354 módulos idénticos, prefabricados, de formas cúbicas, dispuestas en
varias combinaciones, alcanzando hasta 12 pisos de altura. En conjunto, estas unidades crean 146 residencias de
diferentes tamaños y configuraciones, cada una formada de una a ocho unidades
de hormigón enlazadas y conectada a una terraza privada. Cada módulo
funciona de manera independiente y autosuficiente, con total privacidad visual
y acústica y aislamiento térmico debido a la duplicación de las paredes,
ventanas y pavimentos. La disposición irregular de los módulos, unos sobre
otros, mejora el confort ambiental, ya que genera huecos que permiten la
circulación de corrientes de viento, y esta superposición también permite que
cada piso tenga, por lo menos, una terraza, con un sistema de recogida de aguas
pluviales. Cada piso tiene 3 fachadas con vistas externas y grandes ventanas
que, junto a la terraza verde, proporcionan integración con el espacio exterior,
de modo que se pueda apreciar la naturaleza, y además permiten la entrada de
luz directa en el interior y ventilación cruzada en todas las tipologías. Los
pisos en su gran mayoría son dúplex pero hay opciones de plantas únicas, que permiten
el acceso a cualquier persona, independientemente de su movilidad. Todos los
pisos tienen grandes espacios libres internos, con una cantidad de paredes
mínimas que la mayoría de las veces son las estructurales de cada módulo; esto
hace al piso flexible ya que es posible crear diferentes ambientes, pero no permite
grandes modificaciones.
El edificio fue distribuido en
3 bloques, donde cada uno tiene circulación vertical, a través de ascensores y
escaleras, y también circulación horizontal mediante pasillos que conectan las
plantas a las circulaciones verticales. Los bloques fueran orientados de este a
oeste, lo que favorece las vistas hacia el río y permite la entrada del sol
durante todo el inverno, mejorando la calidad térmica de los ambientes. Además,
el edificio tiene una calle interna, localizada en la parte posterior, que da
acceso al aparcamiento, y áreas verdes en toda la planta baja. La integración
de los moradores está prevista en las áreas de flujos comunes.
Estas
formas entrelazadas, con pasarelas conectadas y terrazas ajardinadas, causantes
de un gran impacto visual, fueron claves en la
consecución de un entorno tranquilo, privado y natural dentro de los límites de
un espacio urbano denso. La variada disposición escalonada de las
viviendas garantiza suficiente iluminación y ventilación a cada una de ellas,
además de aportar dinamismo y eliminar toda posibilidad de monotonía en la
imagen del conjunto. Se trataba de ilustrar de forma práctica una alternativa a
la forma en la que la gente reside en las ciudades modernas, intentado combinar
aspectos de vivienda individual y colectiva, creando comunidades que más que
edificios cerrados en sí mismos constituirían conjuntos urbanos abiertos,
barrios capaces de contener todos los servicios necesarios para hacer
suficientemente ameno y apetecible el residir en ellos.
En términos de diseño, Safdie
se apartó de los proyectos utópicos anteriores; todos partían de concebir una
megaestructura en la que se insertarían los módulos de viviendas, que quedarían
empotrados y conectados a los sistemas de instalaciones portados por ella. En
Habitat 67, la megaestructura queda conformada por las propias unidades de
vivienda: cada módulo consiste en un tubo de proporciones rectangulares, dos de
cuyos lados son grandes paneles de hormigón armado que funcionan como muros de
carga, de modo que pueden sostener a la unidad superior, que será colocada en
su lugar por una enorme grúa concebida para la ejecución de este proyecto, dado
el enorme peso de las unidades, el cual se iba aligerando al disminuir el
grosor de los muros de carga a medida que se ascendía con la construcción. Esta
característica, derivada de la supresión de la megaestructura independiente,
fue importante porque permitió la erección del conjunto en poco tiempo y
eliminó complicaciones adicionales; pero el cambio sucesivo en el espesor de
los muros de carga a medida que se asciende contradice uno de los principios
básicos de la prefabricación y la industrialización: la estandarización, o sea,
incluir la menor cantidad posible de elementos distintos, para poder hacerlo
verdaderamente económico.
Sabiendo que al principio este
edificio era de vivienda sostenible existen algunas contradicciones como el
alto coste de ejecución y los pisos demasiados grandes, pero también existe
preocupación con los bajos costos, siendo atendidos a través de la recogida de
aguas y el uso de materiales que no necesitan de mucha manutención.
“La originalidad por sí misma no puede ser el
criterio para medir la excelencia en la arquitectura” (Moshe Safdie).
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