viernes, 14 de junio de 2013

ANÁLISIS: Robin Hood Gardens y Walden 7


Estos dos edificios, recogidos, conformados en sí mismos, creando su propio espacio, son ejemplos de vivienda social, de vida en comunidad donde los espacios colectivos adquieren una especial importancia, al tiempo que se preserva la iluminación, aireación y soleamiento manteniendo el contacto con el exterior.

Robin Hood Gardens

Este controvertido edificio diseñado por los arquitectos Alison y Peter Smithson a finales de los 60 y que se terminó en 1972, fue defendido como una reinvención de la vivienda social y se concibió dentro del debate sobre la vivienda colectiva generado por edificios como las Unité d' Habitation de Le Corbusier. El proyecto se llevó a cabo en una zona del este de Londres y la idea consistió en la construcción de un conjunto residencial que ocupa aproximadamente dos hectáreas. La estructura de los edificios está realizada con hierro y recubierta con elementos prefabricados de hormigón armado.
Está formado por dos largos y enormes bloques, uno enfrente del otro, que flanquean una zona verde central obtenida a partir del relleno de los escombros de la obra y en cuya cabeza se sitúa la vía de mayor tráfico. De este modo los edificios ejercen un efecto barrera que protege el gran espacio interior, ya que el terreno donde fueron construidos está expuesto al tráfico por tres de sus laterales. Las fachadas externas dan a las calles de la ciudad y están precedidas por un jardín. Una de las características del proyecto fue el acceso a las viviendas a través de largos y amplios corredores exteriores ubicados en altura, excluyendo rígidamente la circulación de vehículos en toda el área del complejo. Estas “calles en el cielo” son el vínculo que propicia las relaciones sociales vecinales.
Uno de los bloques tiene diez plantas y el otro siete, reuniendo un total de 213 apartamentos que rodean la zona central ajardinada, algunos son de una planta, otros dúplex. En los departamentos los dormitorios y las cocinas-comedor se encuentran hacia el interior verde, alejados del ruido, quedando las pasarelas de acceso y las salas de estar del lado más cercano al ruido de la calle.


Cada tres plantas se abren amplios balcones que fueron diseñados con la idea de que sirvieran para juego de los niños y reuniones vecinales, como calles tradicionales, así como la amplia zona verde, surcada por calles, plazas y espacios comunitarios, protegida del bullicio del exterior, donde se puede realizar vida al aire libre.


Dado que a todas las viviendas se accede por la “calle en el cielo”, todas tienen una planta de acceso en la que aparece un hall de entrada, una cocina y, en las tipologías 1 y 6, una habitación adicional. A las unidades 1, 2 y 3 se accede bajando por las escaleras y a las unidades 4, 5 y 6 subiendo por las escaleras. En la segunda planta, las tipo 1 y 6 tienen un salón y dos habitaciones, mientras que las 2, 3, 4 y 5 tienen el salón y tres habitaciones. A estas tipologías cabe añadir viviendas en planta baja accesibles para los ancianos.




Walden 7

Es un edificio emblemático del área metropolitana de Barcelona. El proyecto nace en 1970 y es obra del grupo multidisciplinar del Taller de Arquitectura, dirigido por Ricardo Bofill. Influidos por Louis Kahn y Moshe Safdie, diseñan una pieza singular y única con el aspecto monumental de icono atemporal que no se relaciona con el entorno, sino que lo transforma y configura a partir del nuevo edificio como nuevo centro.


Su nombre hace referencia a los libros “Walden” de H.D. Thoreau y “Walden 2” de B. F. Skinner en cuanto al desarrollo de nuevas formas de vivir, ya que el Taller quiere reflejar en el edificio una nueva sociedad, una comunidad donde los espacios colectivos adquieren una especial importancia y donde las di­ferentes unidades residenciales admiten todo tipo de unidades familiares, desde estudios para solteros y parejas hasta viviendas que admiten familias en el sentido más clásico. El proyecto de Ciudad en el Espacio presentado por Bofill, que fracasó en Madrid, consiguió materializarse en un solar industrial de la periferia de Barcelona, anteriormente ocupado por una fábrica de cemento.
La aplicación de simetrías en el Walden es constante: un módulo que se triplica, y a partir de movimientos de tras­lación se obtiene una escalera de módulos, de la que, aplicando de nuevo simetrías, resulta un arco que invertido da una U. Si se aplica de nuevo una simetría se obtiene una X o una O, a la que aplicando de nuevo un movimiento de traslación en planta y la simetría, se obtiene una de las torres y uno de los patios de Walden; de este modo se va creando un paisaje interior recreado y ficticio muy conveniente para la vida colectiva.
El Walden está formado por 18 torres que se desplazan de su base formando una curva y contactando con las torres contiguas. La unidad básica espacial tridimensional, el cubo, se agrupa por superposición, yuxtaposición y desplazamiento formando un edificio de 16 plantas de apartamentos en racimo, agrupados alrededor de patios. La sección tipo se consigue aplicando un movimiento de traslación de la unidad básica. Estos desplazamientos conllevan un escalonado que se utiliza como acceso a los distintos módulos. El resultado es un laberinto vertical formado por siete patios interiores que se comunican a todos los niveles mediante circulaciones horizontales y verticales. En cada patio y a diferentes niveles existe un complejo sistema de puentes, balcones y galerías de acceso. El patio central contiene el núcleo de ascensores. De este modo, el edificio es como un barrio que además de extenderse horizontalmente, lo hace verticalmente. La fachada delantera tiene una forma parecida a una gran letra “M”, en cambio en la fachada posterior se distingue una doble "O". Las viviendas, resultantes de la unión de módulos cuadrados de 30 m2, en los que todas las instalaciones pasan por uno de sus lados, tienen distintos tamaños: desde el estudio de un solo módulo, hasta la vivienda de cuatro módulos, situados en planta o en dos niveles. Las ventanas exteriores tienen una peculiar forma semicircular, como si se pretendiera romper las líneas rectas del edificio, y su distribución en las fachadas es irregular aunque mantiene cierta simetría. Esta combinación de líneas rectas y circulares es constante en todo el edificio. También se combinan los colores; el exterior es de un color rojo arcilloso, en el interior se combina este color con un azul intenso, como en las zonas comunes de la planta baja, los pasillos, pasarelas y las paredes de los cuatro principales patios interiores.


Esta organización da lugar a un complejo sistema de ambientes interiores, encerrando espacio pero dejando grandes huecos cenitales y laterales como enormes ventanas al paisaje urbano, de penetración de aire y sol. El edificio, independientemente de sus indiscutibles aportaciones sociológicas y urbanas, de su valiente carácter utópico y experimental y de representar uno de los escasos manifiestos domésticos construidos, constituye a su vez un referente tipológico en cuanto a edificio modular de gran riqueza espacial.


Thoreau escribe y Skinner lo cita, ambos en el final de sus libros: "Tan sólo sale el sol si estamos despiertos”.





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